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Cómo combatir los malos vicios digitales en la comunicación escrita empresarial

Un correo electrónico no es un ‘tweet’ o un chat de WhatsApp, sino un canal de comunicación profesional en el que las incorrecciones o la ambigüedad pueden ponernos en entredicho. La comunicación escrita en el entorno empresarial es muy importante y la atendemos y cuidamos bastante poco. Quizá suene muy categórico para empezar, pero en estos últimos meses he impartido jornadas sobre comunicación a través de correo electrónico en varias compañías importantes y el diagnóstico sigue siendo… digamos, mejorable.

Lo más destacado es que ha cambiado ¿En qué? Pues básicamente en la incidencia de las ‘social media’ y de la comunicación digital en el modo de escribir de los profesionales en sus respectivos entornos empresariales. Pero esta influencia del mundo digital en la comunicación empresarial es, sin embargo, muy contradictoria.

Es obvio que redes sociales tan utilizadas como Twitter, o aplicaciones tan extendidas en la vida cotidiana como WhatsApp, obligan a sintetizar y a comunicarnos en un limitado número de caracteres. ¡Bien! La comunicación empresarial moderna requiere de síntesis y podríamos suponer que es bueno inculcar en las personas un estilo comunicativo directo y sin retóricas innecesarias. ¡Pues no! Lo curioso es que en los ejemplos reales analizados, el mundo digital aporta mucho de lo malo y nada de lo bueno.

Lo bueno sería esa comentada capacidad de síntesis, la concisión y claridad de los mensajes. Pero esto no ha calado demasiado. En el momento en que se tiene que explicar algo que requiere un ejercicio de elaboración y redacción, la excesiva subordinación sigue siendo un problema muy extendido, la ambigüedad y el embrollo predominan y el buen entendimiento se diluye.

¿Sobre lo malo? Muchos signos de interrogación o admiración sólo al final de las frases, abreviaturas que no existieron jamás, errores de puntuación, ausencia de mayúsculas o tildes… Todos estos vicios negativos han penetrado en la comunicación profesional como cuchillo en mantequilla y avanzan con rapidez y permisividad por el uso cotidiano.

No es cuestión de adquirir una postura dogmática e inmovilista y no me gustaría parecer un censor de estas ‘licencias digitales’ del día a día. Tengo cuenta en las principales redes sociales y me comunico a través de WhatsApp al mismo ritmo vertiginoso que lo hacemos todos; pero en el entorno profesional mantengo y trato de reforzar mi responsabilidad de escribir correctamente, por la imagen de mi empresa y por la mía propia.

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