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Modelo de reflexión para el líder exigente consigo mismo

Hace algunos años todos los empleados de mi empresa nos sometimos a un test que comparaba tu ‘yo personal’ con tu ‘yo profesional’. No recuerdo exactamente cómo se medían las respuestas ni qué era lo que aparecía en el informe resultante. Lo que sí recuerdo es que por aquel entonces entendimos (al menos yo entendí) que presentar un perfil similar en el plano privado y en el plano organizacional era bueno, significaba que no hacías grandes esfuerzos por comportarte de manera diferente en el entorno de trabajo. Vamos, que eras más natural y espontáneo si la diferencia entre uno y otro no era demasiado grande.

Resulta que ahora, con el paso del tiempo y embarcado en varios proyectos de formación a managers, dudo de que aquella mínima diferencia entre el ‘yo profesional’ y el ‘yo personal’ fuera esencialmente buena. Es más, me atrevo a decir que no lo es, que sería positivo que existiera diferencia, al menos si tenemos una responsabilidad de liderazgo en nuestro entorno laboral.

MODELO DE Self management

En una dinámica de ‘self management’ (reflexión para el auto conocimiento) que utilizamos en proyectos de formación a líderes, exponemos un interesante modelo que invita al manager a reflexionar sobre esta cuestión y diferencia entre tres ‘mundos’ distintos:

  • Mundo privado (yo quiero): Madre, padre, cocinero, futbolista, pintor… Es el rol que ejercemos en nuestra vida personal y que decidimos según nuestra propia voluntad.
  • Mundo profesional (Yo puedo): Periodista, químico, abogado, médico, fotógrafo… Es el rol que hemos adquirido por nuestra formación o estudios y que nos aporta unas capacidades.
  • Mundo organizacional (Yo debo, yo estoy autorizado para): Jefe de Proyecto, formador, Director, empleado, Jefe de Equipo… es el papel que desempeñamos en nuestra empresa y por la posición que ocupamos en ella.

En cada uno de los escenarios existe un principio fundamental de control personal que nos conduce a cumplir con nuestro rol de una manera determinada. Ahora bien, ¿desempeñamos correctamente los papeles en cada ‘mundo’?, ¿pueden existir intromisiones de un ‘mundo’ a otro sin que seamos conscientes?, ¿debemos someternos a un ajuste de nuestra conducta al cambiar de ‘mundo’? Hay muchos ejemplos que podrían hacernos reflexionar.

INTROMISIÓN Y CONFLICTO ENTRE ROLES

Como primer ejemplo, anecdótico y gracioso, podemos imaginar la llegada de un director o una directora a su casa después de una dura jornada de trabajo que a los pocos minutos de su llegada escucha a su pareja decirle: “baja los humos que no estás en la oficina, aquí no eres director/directora de nada…”. Bueno, una simple confusión entre el mundo organizacional y el privado.

En sentido inverso: ¿Una persona puede ser amante de los animales, incluso en su tiempo libre ayudar a una protectora, y trabajar en un laboratorio farmacéutico que experimenta con cobayas? Seguramente pueda, aunque existe una discordancia clara entre su mundo privado y su mundo organizacional.

¿Puede un periodista abandonar su profesión y dedicarse a otra radicalmente distinta? ¿Rendirá adecuadamente si era un periodista vocacional? Este ejemplo expone una posible intromisión entre el mundo profesional y organizacional. Una relación positiva entre estos dos ‘mundos’ sería la constante actualización de conocimientos para responder mejor ante los retos organizacionales.

¿Es posible que, como soy seguidor de un equipo de fútbol, tenga cierto favoritismo por algún miembro de mi equipo que comparte conmigo esa pasión? ¿Puedo incluso tener animadversión a otro colaborador que es aficionado del equipo rival? Este es un claro ejemplo de cómo nuestro mundo personal puede entrometerse en nuestra responsabilidad como líder.

REFLEXIÓN Y ACCIÓN

En definitiva, a la hora de liderar un equipo pueden existir confusiones entre los tres mundos que afecten a la confianza que generamos en los colaboradores. Un buen líder debe identificar estos sesgos y trabajar para que no condicionen su actuación. Está claro que el equilibrio entre los tres es fundamental. Muchos líderes creen que inclinar la balanza hacia el mundo organizacional (algo así como entregarse en cuerpo y alma a su trabajo) les convierte en mejores líderes, cuando en realidad podría generar todo lo contrario.

Una vez expuesta esta teoría de la personalidad con su triple dimensión, la verdad es que no existen reglas que definan el comportamiento adecuado de un líder, pero el trabajo ya está hecho: Como líder puedo y debo reflexionar sobre mi rol en los tres mundos y cómo he de comportarme en cada uno de ellos sin confusiones ni intromisiones.

El conflicto entre los diferentes roles es más común de lo que se piensa. Reflexionar sobre ello es siempre positivo; actuar en consecuencia es responsabilidad de cada uno.

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