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Claves de la colaboración: reconocimiento y confianza

Somos competitivos por naturaleza, y al tiempo somos animales sociales que necesitamos a los demás. Esta aparente contradicción ha desatado múltiples e interesantes teorías psicológicas a lo largo de los tiempos, sin conclusiones demasiado contundentes salvo que parece claro que la condición humana comparte los dos instintos básicos: uno individualista, egoísta, y otro colaborador, social.

Si centramos el tiro en el entorno empresarial, crear equipos de trabajo orientados a la colaboración se ha convertido en esencial en los tiempos que corren. Y no es fácil. Leo algunas opiniones al respecto que, con seguridad y grandilocuencia, hablan del fin de la competitividad y de la nueva era de la cooperación. Consideran imperiosa la necesidad de despojarnos de nuestros egos y entregarnos al bien común para prosperar en entornos profesionales modernos. Estas visiones están muy bien, pero son, creo, demasiado idealistas. La realidad es que todos –unos más que otros, claro– tenemos una parcela individualista, egoísta, que está ahí, que es difícil de esconder, y que actúa como condicionante a la hora de integrar a cualquier profesional en un entorno colaborativo.

Desde una perspectiva más realista se contempla la colaboración como un aprovechamiento de la diversidad profesional, más que como un “desaprendizaje” para borrar individualidades en los equipos de trabajo. Cada profesional desea aportar al equipo y ser reconocido por esa aportación. Los equipos colaborativos suelen presentar ese componente: todos los miembros del equipo se sienten reconocidos por su labor, tienen confianza en sus compañeros y mandos y reciben estímulos motivacionales que les implican en los objetivos comunes. Las emociones, otra vez, vuelven a ser fundamentales.

Cultura del reconocimiento

Para colaborar decididamente, todo profesional necesita ser reconocido por el equipo, su jefe, sus compañeros… Si no consigue un reconocimiento positivo, si se siente en situación de ‘indiferencia’ (nunca es total, pero sí relativa), saca su lado malo y se muestra conflictivo, disconforme… competitivo. Por eso el reconocimiento es un concepto clave a la hora de conseguir un ambiente de colaboración.

Si recordamos las veces en que hemos colaborado con entusiasmo en un equipo de trabajo, seguro que fueron situaciones en las que nuestro papel era valorado por el resto y nuestra autoestima profesional estaba salvaguardada. O sea que conecta las dos dimensiones de las que hablábamos: si mi autoestima está reforzada (instinto individual) participo con motivación en el equipo (colaboración).

Por lo tanto, a la hora de crear equipos colaborativos debemos tener muy en cuenta las diferentes ‘autoestimas’ que lo conforman e identificar cómo reforzar esas autoestimas para mantener bien engrasados los componentes de la maquinaria. Ahora bien, no vale el ‘café para todos’, al impulsar la autoestima, cada uno alimentamos nuestro ego con ingredientes diferentes. Por ejemplo, si a un artista le reconoces su trabajo por entregarlo a tiempo y con una buena estructura, ¿se sentirá satisfecho? Probablemente sí, pero seguro que sería más acertado hablarle de la estética de su obra, de su calidad plástica, de su capacidad para captar la esencia… Del mismo modo, un ingeniero metódico probablemente prefiera hablar de aspectos técnicos y de la eficacia de su proyecto, que de lo inspirador o bello que es su trabajo.

El factor confianza

Es la segunda gran clave de la colaboración. Generar confianza en el resto del equipo y percibir que los demás son personas en las que puedes confiar, sencillamente dispara la colaboración. Enmarcado en el contexto de equipos colaborativos, se podría desglosar la confianza en tres tipologías distintas que ayudan a comprender mejor el concepto y, sobre todo, a impulsarlo y mejorarlo:

  • Confianza Personal: Es la confianza que genera la honestidad, la sinceridad y la ética. Hablamos de personas que cumplen sus promesas y, en general, tienen buenas intenciones para con los demás.
  • Confianza Expertise: Es la confianza que genera la persona que es experta en su materia, que presenta información creíble y da consejos útiles, aunque también es consciente de sus limitaciones.
  • Confianza Estructural: Es la confianza que habla de hasta qué punto la posición y la visibilidad en la empresa condicionan la manera en que la persona se relaciona con los demás. La gestión adecuada de esta cuestión dispara la confianza.

En conclusión, colaboración es RECONOCIMIENTO y colaboración es CONFIANZA. Por tanto, podemos trabajar la colaboración de equipos de trabajo con eficacia si lo hacemos desde la consciencia de una perspectiva emocional diversa. Quizá no sea tan difícil generar un clima de reconocimiento y confianza, si se respeta la diversidad y se ponen en valor las habilidades de cada uno en su aportación al equipo.

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