Psicosoft - Tres recomendaciones y un deseo

El que no hace autocrítica es porque no quiere

En los veinte años que llevo trabajando en proyectos de formación, en alguno haciendo coaching con comerciales y directivos, he llegado a identificar una habilidad que se podría considerar el «perro verde» de todas las que adornan, en general, a comerciales y gestores: La capacidad de autocrítica.

Quizá la necesidad de estos profesionales de proyectar seguridad sea la causa de esta carencia, pero el problema es muy serio: sin autocrítica no puede haber ni aprendizaje ni adaptación.  La falta de  autocrítica se traduce en errores de autovaloración que terminan, antes o después, en batacazos importantes.

Para ofrecer una receta sobre el tema, primero tengo que dar una explicación. No hay fortalezas y debilidades, lo que hay son cualidades o rasgos de carácter, que en ocasiones son eficientes y en otras no. Por ejemplo, si yo soy una persona paciente, habrá ocasiones en las que se me pueda ver como falto de iniciativa o empuje. Si suelo trabajar de forma sistemática, probablemente se me tache de cuadriculado. Aquí está la primera dificultad. Cada vez que alguien intente señalar uno de mis aspectos «mejorables» me voy a ir de inmediato a la vertiente positiva de ese rasgo. En el mejor de los casos voy a aceptar lo que se me critica, pero catalogándolo como daño colateral necesario para que exista la fortaleza correspondiente.

Receta:

Paso 1: Si quieres descubrir tus principales áreas de mejora, observa en las proximidades de tus fortalezas. ¿Qué cualidades te definen mejor? ¿Qué es lo que mejor haces o lo que más te gusta hacer? Por ahí probablemente, están tus principales áreas de mejora.

Paso 2: Si no quieres reducir tus fortalezas al trabajar tus debilidades, el camino es dominar tus cualidades, que consiste en tener claro en qué situaciones se convierten en un problema, para prevenir ese efecto.  La perfección no es posible, el secreto está en conocer y dominar tus cualidades.

Paso 3: Aprovechar tus recursos requiere autoconocimiento. Mírate en los ojos de los demás, escucha lo que te dicen los que te rodean, analiza objetivamente aciertos y errores.

A todo esto, agrégale buenas dosis de paciencia y autoexigencia contigo mismo, aliña todo con humor -no te tomes a ti mismo demasiado en serio- y riega abundantemente con observación y escucha a los demás.

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