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La fuerza de fortalecer fortalezas

La ‘forzada’ reiteración del titular es la clave de esta reflexión. Cuando trabajo con directivos en temas de desarrollo de personas, suelo preguntarles: ¿En qué te gustaría desarrollar o cambiar a las personas de tu equipo? En la inmensa mayoría de los casos, por no decir en todos, las respuestas apuntan a debilidades o carencias. Todos los directivos tenemos una misión esencial: El desarrollo de las personas. Es un hecho que los individuos de un equipo pueden y deben crecer en sus capacidades, pero… ¿Cómo solemos actuar los jefes y directivos respecto a este rol? ¿Dónde ponemos nuestro foco? ¿Cómo lograr ser un verdadero catalizador de la evolución profesional de nuestro capital humano?

Primero: Un principio fundamental que, aunque tiene una lógica aplastante, no es muy común: El desarrollo debe basarse o apoyarse en fortalezas. Mejorar en algo requiere cambiar, y cambiar exige un esfuerzo significativo.  ¿Cómo voy a lograr que una persona cambie en un ámbito para el que no dispone de fortalezas? Estoy seguro que todos hemos vivido en el pasado situaciones de feedback con jefes, en las que la conversación se centraba exclusivamente en nuestras «lagunas» en el trabajo. ¿Cómo se te queda el cuerpo?

Segundo: ¿Qué es lo queremos mejorar? El error común es pensar solamente -o hablar- de habilidades o competencias de la persona. No digo que no se puedan cambiar, pero creo que, de lograrlo, siempre es a costa de un esfuerzo muy grande y se tarda mucho en lograr cambios duraderos. Por eso creo que debemos poner la atención en los hábitos del individuo. Los hábitos están más cerca de la acción, son más observables y, por tanto, se puede trabajar sobre ellos de forma más eficaz.

Tercero: Cercanía, apoyo y refuerzo. El seguimiento es esencial para lograr transformación de hábitos. Planifica y asegura que haya cambios reales en la forma de actuar. No hay desarrollo si  el trabajo se sigue haciendo de la misma forma.

Cuarto: Hazlo fácil. Es la frase favorita del entrenador de fútbol del equipo de mi hijo. Empieza por pequeños cambios, asegúrate de que produzcan resultados visibles y refuerza para lograr la permanencia del cambio. Siembra y cultiva nuevos hábitos y verás florecer el desarrollo.

Un último punto, no menos importante que los anteriores: El movimiento se demuestra andando. Los principales obstáculos y dificultades del desarrollo tienen su raíz en los prejuicios, inercias y resistencias al cambio. Los pequeños cambios, factibles a corto plazo, serán siempre mejor recibidos. Aplica, además perseverancia, y tienes la fórmula de éxito.

En resumen, desarrolla sobre fortalezas, cambiando hábitos, de forma simple y sencilla, actuando con perseverancia. Las claves son cuatro, pero parten de la primera de ellas, resumida en el titular: La fuerza reside en fortalecer las fortalezas.

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