Psicosoft - La inoportuna tristeza de Ronaldo

La inoportuna tristeza de Ronaldo

Por Manuel Yañez Reinaldo –

Hace ya más de una semana, una simple declaración de Cristiano Ronaldo puso patas arriba la estabilidad de un equipo y un club tan importante como el Real Madrid. Llevamos ya muchos días a vueltas con la tristeza del crack portugués y me gustaría aprovechar la circunstancia para hablar de un rasgo del estilo directivo que nunca se analiza en profundidad y que no aparece en las charlas de los gurús del comportamiento directivo, quizá por la dificultad de explicarlo y tangibilizarlo correctamente: Me refiero a la oportunidad del momento en la toma de decisiones.

El éxito de muchas decisiones y valoraciones directivas, independientemente de que sean certeras o no y de que la forma de transmitirlas sea o no la más adecuada, depende fundamentalmente de la dimensión temporal. Sin entrar a valorar si Cristiano tiene o no razón (no tenemos información suficiente para saberlo) me parece que ha hecho pública su infelicidad en el peor momento posible, tanto para él como para el propio club. La liga no ha hecho más que empezar, pero el Real Madrid ya tiene a su principal rival, el Barcelona, 5 puntos por encima en la clasificación. Ronaldo suelta su ‘bomba’ y se marcha a jugar con Portugal creyendo que esa distancia le mantendrá ajeno a la polémica. Lo que no ha calibrado es el riesgo altísimo del momento. Si el Barcelona aumentase por un casual la diferencia de puntos en la clasificación liguera, o se produjera algún tropiezo por pequeño que fuera, el público y el club podrían volcarse contra la megaestrella. No se puede obviar el alto grado de exigencia del Real Madrid y del Santiago Bernabéu. Si el equipo mejora y remonta, le puede salir bien; si no gana, la declaración puede tener importantes consecuencias.

Por eso este caso es un paralelismo perfecto para abordar el llamado ‘timing directivo’. Un buen amigo y magnífico profesional andaluz me decía que “con los años, un directivo aprende a manejar los tiempos”. ¡Tiene razón! Este es un rasgo al que se llega con la edad. El directivo bisoño busca impetuosamente la certeza y la verdad, pero muchas veces toma las decisiones a destiempo y pierde la razón que en realidad tenía; sin embargo, el líder experimentado busca la oportunidad… y acierta. Existe poca literatura al respecto porque, a diferencia de otras competencias, esta no se puede enseñar.

En definitiva, es fundamental que el directivo piense en el instante oportuno en que toma y comunica las decisiones, debe calibrar bien las variables exógenas que pueden condicionar la decisión. ¿Es el momento? ¿Qué consecuencias puede tener? ¿Qué riesgos? ¿Qué beneficios? Los años de experiencia te aportan este rasgo. Por eso cuando se habla de rejuvenecer un equipo de trabajo, o se producen prejubilaciones y cambios de profesionales experimentados por otros más jóvenes, siempre se habla de las bondades que aporta la frescura que llega, sin caer en la pérdida de esta virtud de veterano fundamental para ganar eficacia en la gestión directiva y empresarial.

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